sábado, 7 de junio de 2008

La Candileja

La Candileja


La Candileja es una bola ígnea de tres hachones o luminarias, con brazos como tentáculos chisporroteantes de un rojo candela, que produce ruido de tiestos rotos. Persigue a borrachos, infieles y a padres de familia irresponsables y blandengues. Asusta también a los viajeros que transitan en horas avanzadas de la noche. Los abuelos y tatarabuelos, en hogares de familias numerosas, cuentan esta leyenda una y otra vez para escarmiento o como lección moral a sus hijos y nietos.


Según cuentan hace muchísimos años había una anciana que tenia dos nietos a quienes consentía demasiado, tolerándoles hasta las más extrañas ocurrencias, groserías y desenfrenos. Las infantiles ocurrencias llegaron hasta exigirle a la viejita que hiciera el papel de bestia de carga para ensillarla y luego montarla entre los dos; la abuela accedió en el acto para la felicidad de sus dos nietos, quienes anduvieron por toda la casa como sobre el más manso cuadrúpedo. Cuando murió la anciana, San Pedro la recriminó por la falta de rigidez en la educación de sus dos pimpollos y la condenó a purgar sus penas en este mundo entre tres llamaradas de candela que significan: el cuerpo de la anciana y el de los dos nietos.

http://origenhombre-diego.blogspot.com/

El Mohán

El Mohán

En algunas regiones le dicen Poira. Dicen que es un personaje monstruoso, cubierto de pelaje abundante, que más parece que estuviera envuelto en una luenga cabellera. Tiene manos grandes, con uñas largas y afiladas como las de una fiera. La diversidad de leyendas que se cuentan sobre las hazañas o artificios como actúa, constituyen una riqueza folclórica para esta tierra tolimense.


Los pescadores lo califican de travieso, andariego, aventurero, brujo y libertino. Se quejan de hacerles zozobrar sus embarcaciones, de raptarles los mejores bogas, de robarles las carnadas y los anzuelos; dicen que les enreda las redes de pescar, les ahuyenta los peces, castiga a los hombres que no oyen misa y trabajan en día de precepto, llevándoselos a las insondables cavernas que posee en el fondo de los grandes ríos.

Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Cuentan y no acaban las hazañas más irreales y fabulosas.

Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Patá y Saldaña, con quebradas, moyas y lagunas de Natagaima, Prado y Coyaima, hasta la confluencia del Hilarco, como límite con Purificación, los ribereños le tienen un pánico atroz por que se les presenta como una fiera negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso.

Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, pestes, etc. Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; hacía las veces de centinela, por eso no quedaba tiempo para enamorar.

En la región central del Magdalena, desde Hilarco, en Purificación, hasta Guataquicito en Coello, los episodios eran diferentes. Allí se les presentaba como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguale; cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color. Con las muchachas era enamoradizo, juguetón, bastante sociable, muy obsequioso y serenatero.

Perseguía mucho a las lavanderas de aquellos puertos, como en la Jabonera, la Rumbosa, el Cachimbo, Etc. A la manera de un hombre rico, con muchos anillos, que al enamorarse de la muchacha más linda de la ribera, la llevaba a la cueva subterránea donde tenía otras mujeres con quienes jugaba y sacaba a la playa en noches de luna. Muchos pescadores aseguran que oían sus risotadas y griterías.

Bogas, pescadores y lavanderas lo vieron infinidad de veces en la playa pescando, cocinando, peinándose; o bajar en una balsa, bien parado, por "la madre del río" tocando guitarra o flauta.

Entre Guataquicito y Honda las versiones son distintas: allí era muy sociable. Se presentaba a veces como un hombre pequeño, musculoso, de ojos vivaces; entablaba charla con los bogas, salía al mercado a hacer compras, solía parrandear con los mercaderes, pero luego desaparecía sin dejar huella. En guamo, Méndez, Chimbimbe, Mojabobos, Bocas de Río Recio, Caracolí y Arrancaplumas lo vieron arreglando atarrayas, fumando tabaco, cantando y tocando tiple. En noches de tempestad lo han visto pescando y riendo a carcajadas.

Algunos ribereños aseguran que existe la Mohana, pero no como consorte del Mohán, sino como personaje independiente. Comentan que ésta no es feroz, ni les hace travesura en los ríos; lo único que le atribuyen es que se rapta a los hombres hermosos para llevarlos a vivir con ella en una cueva tenebrosa.

La Patasola

La Patasola

Propia de toda la región antioqueña y el Tolima grande.


Cuentan que la Patasola es el espíritu de una mujer infiel que tenía amores con el patrón de su esposo; cuando el esposo descubrió el engaño mató al patrón con un machete y a ella le cortó una pierna, ella corrió con su única pierna hasta que se desangró y murió. Tambien cuentan que era una mujer que perdió una pierna por estar cortando leña un Viernes Santo, cuando supuestamente nadie debe trabajar ni hacer nada, y quedó condenada a errar por el mundo, y se oyen sus gritos de dolor en la noche, con la particularidad de que cuando se oye lejos está cerca y cuando se oye cerca esta lejos.
Es una figura femenina con una sola pata en forma de tronco de árbol que termina en una pezuña o una garra de oso, con la que avanza con rapidez. Tiene un solo seno en el pecho y brazos muy largos con manos como garras. Su aspecto es aterrador : cabellera enmarañada, grandes ojos de tigresa, boca grande, colmillos enormes.
Habita en los montes y se la ha visto cantando trepada en un árbol esperando la salida de la luna . Es defensora de los animales salvajes y de los montes. Se cree dueña y señora de la selva rodeada de fieras y bichos maléficos. Persigue a los cazadores, a los mineros y a los aserradores y odia los sembrados, los machetes y los perros.
Se presenta a veces como una mujer bellísima y seductora que llama a los hombres y los atrae para enamorarlos, pero a medida que avanza hacía la oscuridad del bosque se va transformando en un mostruo con ojos de fuego, boca inmensa con dientes de felino, y una cabellera de medusa despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad y los devora hasta dejar los huesos pelados y regados por todas partes; los que consiguen escapar regresan trastornados.
En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y, cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre, y termina triturándola con sus agudos colmillos.
Despista a los cazadores y a los perros, borrando las huellas de las piezas de caza y deja en su lugar la huella de su pezuña o imitando la del animal perseguido en sentido contrario hacia donde escapan los animales , lo cual hará extraviarse en el bosque a los cazadores, con el fin de acercarse a velocidades increibles para poder atacarlos, o para atormentarlos por las noches con caricias torpes hasta debilitarlos.
Tambien persigue a los a los mineros que tengan muchas herramientas, porque odia el hacha, la peinilla o el machete y castiga a los agricultores mandándoles vendavales para destrozar sus plantíos, y más si son de maíz.
Ocasionalmente también se aparece a los niños como una mariposa que los sonsaca hasta el bosque para chuparles la sangre.
Dice la Leyenda que cuando ella mata a alguien, se sienta contenta a cantar:

Yo soy más que la sirena; En el monte vivo sola; Y
nadie se me resiste Porque soy la Patasola. En el camino, en la
casa, En el monte y en el río, En el aire en las nubes, Todo lo
que existe es mío.